A pesar de lo que esperábamos, no hice grandes amigos en el JICA Tsukuba. Álvaro (PGY), Javier (ARG), Adrián (NIC), Matías (URU) y desde luego Juan me caían muy bien, sin embargo la verdad es que fuera del comedor no me juntaba mucho con ellos. Más gente iba y venía, iba y venía.
Toda mi vida había dicho que mi mayor miedo en la vida era quedarme solo. Curiosamente, las últimas semanas en el JICA Tsukuba me volví muy solitario, muy retraído. En especial desde que se fueron Álvaro y Javier. Por esas fechas llegaron muchos más latinos. Llegaban y se iban. La verdad yo les perdí la cuenta, no los ubicaba. Yo iba a cenar y me sentaba en una mesa solo, comía rápido, y de regreso al cuarto. Curiosamente, me sentía más cerca de los #MexInvJpn en Twitter y en los blogs, que de la gente que llegaba a JICA. Tal vez tenía que ver con distintas maneras de ser, diferentes temas de conversación… no sé. Pero creo que eso de volverme retraído no me hizo mucho bien.
Se me quitaron las ganas de viajar; ya no estaba mi compañera habitual y no me hallaba con nadie, y preferí ahorrar un poco de dinero para la supervivencia tras el regreso. Tooodo el tiempo resonaba en mi cabeza la canción Navegante de Fernando Delgadillo, por eso de que antes soñaba que iría a muchos lados, pero solo no dan ganas de viajar. Y esos acordes menores del piano y cello acompañaban muy bien a la nostalgia.
La nostalgia de que se acababa el sueño, la nostalgia de a veces no querer volver (¿Por qué no, mejor todos mis amigos y familiares se vienen para acá?). La nostalgia de sentirme solo y ya querer volver, ver a mis amigos, querer salir de la rutina de JICA, de estar harto del curso, de que el sensei me diera el avión cada vez que le decía “ya acabé… ¿qué más hago?”. En ese sentido, en el sentido académico, sí, el sueño superaba por mucho a lo que obtuve. Y eso, eso también da nostalgia. No nostalgia de Japón, sino nostalgia del sueño que tenía.
Y de todo lo que hice para conseguirlo.
Hace pocos días tuve oportunidad –por fin— de ver la película UP, de Pixar (o, como dirían aquí, La casa voladora del viejo Carl). Me encantó. No se las voy a contar, pero uno de los temas principales que maneja la película es los sueños; qué pasa cuando no se cumplen, que pasa cuando sí se cumplen. Qué pasa cuando llevas toda tu vida soñándolo, y cuando por fin lo cumples parece más sencillo de lo que soñabas (¿es por eso menos maravilloso?).
Es difícil empezar un nuevo sueño cuando acabas de cumplir uno, pero no hay de otra. Como me dijo una vez Pablo Merino, “Lo que te hizo ser lo que eres hoy, probablemente es lo que no te está dejando seguir creciendo.”
Otra cosa interesante que me cayó el veinte, ya en el avión de regreso, es que a veces no nos damos cuenta de que el proceso para cumplir una meta puede ser tan disfrutable como el sueño en sí, y muy productivo.
Mirando hacia atrás, me doy cuenta de todas las cosas que logré hacer por tener en mi mente la idea de venir a Japón en 2009. Renuncié sin dudarlo a un trabajo en una gran empresa justo cuando más empezaba a tener reconocimiento de mis superiores, y estaba cerca de subir a un puesto importante. Hice una maestría (me pagué una maestría), aguantando algunas clases que no me gustaban, teniendo que ir a clase después del trabajo y hacer tareas en las noches y fines de semana. Logré terminar mi tesis a pesar de que al principio no tuve mucho apoyo de mi asesor, y hubo varios momentos en que sentía que ya no podía más (porque mi cabeza no daba para más), y la iba a abandonar. Durante más de dos años estudié con muchas ganas un idioma que no es nada fácil, que no cualquiera lo intenta (aunque debo admitir que esto del idioma fue muuy disfrutable y divertido:) ). Vaya, ¡hasta me despertaba temprano los sábados! Aguanté dos años en un trabajo en el que, si bien estaba muy a gusto, con buen ambiente, y me pagaban muy bien, las neuronas ñoñas de mi cerebro constantemente me reclamaban “¿¿Qué haces aquí?? ¡No estás aprendiendo nada! ¡Este trabajo no es para ti, ya no estás creciendo en capacidades, no estás ganando experiencia!”, y renuncié cuando más acoplado y cómodo estaba…. Todo eso lo hice por una única razón. Venir a vivir a Japón en 2009.
¿Qué sigue ahora? Pues ponerse más metas. Concretas. Por lo pronto, quiero regresar a Japón, en 2011, ahora de vacaciones, tres semanas. Sí, tres semanas. Agosto o septiembre me suenan bien. ¿Cómo? Ah, eso se irá viendo en el camino. Desde luego necesitaré dinero y tiempo (y con “tiempo” me refiero a no tener que trabajar esas tres semanas). Sí, no suena fácil, pero tampoco tan difícil. Además, si sólo intentáramos las cosas fáciles, no llegaríamos a ningún lado.
Eso, entre otras cosas.
Cuando llegué a Japón, tenía una pequeña herida en el pie, me había lastimado por unos zapatos nuevos demasiado ajustados. Acababa de lastimar a alguien, acto del cual no me siento orgulloso, pero creo que de alguna u otra manera era necesario e inevitable. Sabía un par de cientos de kanjis, y venía con la disposición de aprender varios cientos más. La emoción de todos los lugares que tenía por visitar, y toda la gente nueva que tenía por conocer, los sabores que iba a probar, hicieron que las veintitantas horas de viaje y quince horas de diferencia me hicieran lo que el viento a Juárez.
Durante mi estancia pasaron muchas cosas. En Japón, en México y en el mundo; dentro y fuera de mí.
En mi penúltimo día, Japón me despidió con un triste día nublado y frío. Lo cual fue el pretexto perfecto para no salir de mi cuarto más que para dar la presentación y para despedirme de los compañeros. Y así, Japón se despide con un frío muy similar a aquél que me dio la bienvenida en marzo, y que se sentía tan cálido.
Por ahora, me despido de Japón. Este blog existe desde antes de que supiera cómo iba a ir a Japón, así que seguirá existiendo después. Sólo dejarán de aparecer más entradas etiquetadas “desde Japón”, y tendré que ajustar el título de nuevo. A lo que sí probablemente le baje es al Twitter; no tengo planes de estar pegado a la computadora todo el tiempo en estos días, y no tengo twitófono portátil.
Me despido de Japón. Es un país maravilloso sí, pero gran parte de la experiencia fue gracias a las personas con las que estuve. Definitivamente no hubiera sido lo mismo sin Bio, o sin Juan, o sin Lau, Vane; Álvaro, Javier, Adrián, Raoul, Abraham, Emanuel, Miguel, Eva, Diana, Kary, Nacho, Toño, Toño, Pakito, Paco, Cheché, Caro, Alan, Jesica, Roger, Paty, Ismael. Los otros mexicanos en Japón que, ya con más experiencia acá, me apoyaron muchísimo aunque fuera virtualmente: Felipe, Esdras, Manuel, Rigo, Carlos, Javier, Piroshi, Pelon…
Y también gracias a cada uno de los japoneses que le dieron al país ese toque de calidez inesperada: el staff del OSIC; el señor del combini que nos guió hacia DenDenTown; el vendedor que me vendió mi cámara con un descuentazo (y hablándome en español!); Hayami sensei, Miyamoto sensei y Nishishima sensei; la vendedora de JTB que tuvo toda la paciencia del mundo para vendernos el tour a Niigata; la dueña del hotel en Niigata que nos dio asilo muchas horas antes y muchas después de las pagadas; la señora que nos vio perdidos en Kyoto y ofreció ayuda; la otra que en el tren nos avisó que el otro llegaba más pronto; la asociación de Rotarios que nos hizo una fiesta; la señora que me regaló un sombrerito samurai de papel el día del concierto de piano; Ikeda san, la asistente del AIST, que siempre nos ayudaba muchísimo con cosas de la vida diaria; Okazaki sensei que nos hablaba de salsa cuando esperábamos que nos regañara por atrasos en el proyecto; Ashida san, Ogura san, y Mizuhara san, que siempre impregnaban de buen humor al AIST; Om que compartió la experiencia de ser un extranjero (ya mucho más adaptado); Kitaura san y el resto del staff de recepción de JICA Tsukuba; Miwa chan y todos los del shokudo; Kashiwagi san que cientos de veces firmó mis permisos de salida; Ogura san y la maestra de japonés que estaban al pendiente de las actividades en las que quería participar; todos los que en la calle nos guiaron cuando andábamos perdidos; todos los niños que nos regalaron sus sonrisas… y si me faltó alguien, gomen nasai…
Regresaré, Japón, regresaré. A conocer Hakone y subirme al Fuji; a pararme de cabeza a contemplar el puente al cielo de Amanohashidate; a contemplar las casitas de Shirakawa-go y las islas empinadas de Matsushima; a disfrutar de Okinawa, a visitar a mis amigos mexicanos en Nagano, Kyushu, Fukuoka, Gifu, Chiba y Tokyo (¿faltó alguno?); a tomar cerveza Sapporo en Sapporo; y a conocer todos los otros rincones que me faltan y que seguro ni imagino su belleza.
Sí, regresaré. Pero antes, tengo que conocer de cerca el Pico de Orizaba, tengo que navegar por el Cañón del Sumidero y subirme a las pirámides de Chichen Itzá, pasear en globo por arriba de Teotihuacán, nadar en Isla Mujeres, subirme al turibús en el DF y conocer todos los otros rincones maravillosos que aún no conozco, y que no he ido simplemente por el hecho de que puedo ir cualquier día.
Pero sí, después de todo eso, regresaré. Así que esto no es un sayonara, es sólo un mata ne.
7 comentarios:
Ya sabes, aquí te vamos a estar esperando, con las mismas ganas de soñar. Cumplir un sueño es importante pero disfrutar el viaje es mucho mas importante y estoy seguro que tus neuronas ñoñas te ayudaran a determinar el siguiente paso. Tomate un descanso, tranquiliza tu mente y a lo que sigue. Exito en todo lo que esta por venir.
Muy bueno el post y las referencia a la cancion de Delgadillo, pero creo que te falta mucho por so~ar y viajar, y entre alguno de esos viajes te esperamos por aca en Japon (claro si es que sigo por aqui :P) Me dio un gustazo conocerte y espero que nos encontremos otra vez en alguna parte del mundo (quien sabe a donde nos llevara esta vida). Echale ganas en todo lo que esta por venir y mucha suerte! 頑張れ!
Gracias a ti por cada momento compartido. Definitivamente esta experiencia no hubiera sido lo mismo sin ti Javier. Gracias por seguir soñando...BIO
Buen post! reflejo de una buena experiencia!
Acabas de cerrar una etapa en tu vida y eso siempre causa desbalances pero es lo que le da sabor a la vida. :-)
No nos conocimos personalmente pero al menos ya sabemos de nuestra existencia y espero algún día coincidamos en algún sitio de este increíble mundo.
Mucha suerte en tus nuevas metas que con tenacidad y perseverancia casi todo es posible.
Un abrazo y a lo que sigue!!! Gambareeeee!
Y por aquí nos seguimos leyendo cuando tengas tiempo!
¡Magistral!, genialmente escrito, felicidades por haber cumplido este sueño y por todos los que seguro vas a cumplir.
Un abrazo
Ti papá
Gracias, Jvr.
Soothing, as usual.
Inspiring...
D.
its the journey, not the destinations what makes us happy :D
Siempre habrá muchos sueños, de eso estamos hechos pero el día que te sientas satisfecho con alguno, se acabó. Bienvenido!
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