震災 (shinsai)

Hoy se cumple una semana de que inició el desastre en el norte de Japón. Y desde entonces he querido escribir, pero he pasado por muchos estados de ánimo diferentes.

Mi tele estaba prendida en el canal de Brozo, donde los viernes son viernes de aburrición y tres representantes de partidos políticos se la pasan discutiendo. Así que no me había enterado de nada, hasta que Coibita San me habló por teléfono para darme los buenos días y me dijo, "Estoy triste... tembló muy feo en Japón." Evidentemente lo primero que hice fue entrar al Twitter a ver si los #MexInvJpn habían dicho algo, si estaban bien, mientras buscaba un canal en la televisión donde estuvieran dándole cobertura al asunto.

Mi intención aquí no es dar un recuento de los sucesos, no me considero la persona más informada para hacerlo, aunque por momentos me da la impresión de que yo desde acá estoy más informado que aquellos que su trabajo es estar informados e informar y que para eso fueron para allá.

Durante el transcurso de la mañana, mi mamá me mandó un mail que decía "qué bueno que ya no estás allá."  Recibí muchos comentarios del estilo, "qué bueno que no pasó mientras estabas." También en el Facebook de algunos de mis compañeros ex-becarios vi que les decían que qué bueno que ya habían regresado. 

Como si, por eso, todo estuviera bien.

Claro que uno se preocupa primero por sus seres queridos... pero por alguna extraña razón que no logro explicar, esos comentarios de "qué bueno que ya regresaste" me dejaban un mal sabor de boca... como si estuvieran diciendo también "porque los japoneses no me importan." Sé que no los hacían con esa intención, pero...

Desde que regresé, me he dado cuenta que hay ideas y sentimientos que son imposibles de explicar a la gente a quienes el destino no les ha obligado a encariñarse con otro país. Y uno de esos sentimientos es éste. Que el hecho de que me digan "Qué bueno que no te pasó a ti" no arregla nada. Al contrario, me recuerda que yo estoy aquí tan lejos y me es prácticamente imposible ir a ayudar.

Porque, sí, en cuanto supe de toda la destrucción que había ocurrido, lo primero que sentí fueron ganas de ir a ayudar. Japón me dio mucho; durante los 8 meses que viví allí, durante los 2 años que me preparé para ello, y durante el año y medio que llevo acá de regreso. Me dio y me enseñó mucho, tanto en lo espiritual como en lo material. Lo espiritual es difícil de explicar. Lo material... simplemente, durante 8 meses viví (y viví muy bien) mantenido por los impuestos de todo el pueblo japonés. Ya desde ahí siento una gran obligación moral por ayudar.

Y no sólo yo; hay varios más (me vienen a la cabeza JIFF01, Flapy y Obelich) que "afortunadamente" les tocó estar lejos durante la tragedia, pero que diario les dicen a sus amigos "pero es que sí me gustaría estar allá...", y probablemente sean incomprendidos. Sí, me gustaría estar allá, ahorita. Para regresar un poquito, para contribuir.

Por ejemplo, me dio mucho gusto y orgullo saber que Rigo, un mexicano en Chiba, sin siquiera pensarlo sino que con toda naturalidad, se apuntó para hacer labores de voluntariado para limpiar las calles de ciudades cercanas a donde él vive. También me dio gusto saber que había tantos voluntarios que no le permitieron seguir trabajando todo el día.

Ahora que también estoy consciente de que para quienes estamos aquí es muy fácil decir "me gustaría estar allá, pero no puedo...". De hecho cuando se empezó a hablar del problema con las plantas nucleares, y todavía no tenía yo nada de información, el miedo a veces vencía a mi altruismo. No es lo mismo ir a limpiar escombros que ir a recibir radiación. Pero ya después que vi realmente cómo está la situación (sin riesgos lejos de las plantas nucleares), regresé a mi postura: ojalá pudiera ir, para ayudar en lo que sea.

Las imágenes que aparecían en televisión eran realmente deprimentes. No negaré que lloré un par de veces al ver las casitas flotando, las calles destruidas, enfermos y enfermeras evacuados de sus hospitales. Nunca pude ir a Sendai mientras viví allá, pero siempre quise ir.

Hasta donde sé, ninguno de mis amigos y conocidos en Japón la pasó realmente mal. La mayoría viven en áreas menos afectadas. Sin embargo, enamorarte de Japón no es enamorarte de unos cuantos. Enamorarte de Japón es enamorarte de todos sus pueblos, de todos sus templos, y de toda su gente. Así que cuando me dicen que hubo miles de muertos en Sendai, es como si me dijeran que a uno de mis más queridos amigos le amputaron un brazo.

Sin embargo, hay que ser optimistas. De peores catástrofes se ha recuperado Japón. El crecimiento que tuvieron después de la Segunda Guerra Mundial fue gracias a que todos se unieron y aprendieron a trabajar en equipo y a jalar todos parejos, y por eso se convirtieron en el maravilloso país que es ahora. Seguramente, de esta vez se recuperarán más fuertes, y se volverá un país más hermoso. Para los japoneses, lo más importante es el grupo. El apellido primero; el nombre de la compañía arriba en la tarjeta; la reverencia en respeto a todos tus antepasados. Hasta en la gramática hay reglas para las que "yo" y "mi grupo/equipo/familia/compañía" son lo mismo.

Seguro que la parte afectada tiene más apoyo del que necesita, por todos los demás que no fueron afectados.

Porque, sí es importante recalcar, no todo Japón está destruido, como nos pintan en las noticias. Sólo una pequeña parte. Durante la segunda mitad de la semana me he puesto a leer en distintos blogs cómo es que  la gente en Tokyo realmente ya está haciendo su vida normal, no huyendo como dicen en la tele. Y la catástrofe nuclear no es tan grave; hay muchas páginas de científicos (que de energía nuclear creo que ellos saben un poquito más que Loret de Mola y Javier Alatorre) que dan los datos tal cual y te demuestran, por ejemplo, que la radiactividad en Roma es más alta que en Tokyo, o que se recibe más radiación en en un viaje en avión que lo que se está esparciendo por el accidente en la planta.

Aún así, todos los gobiernos extranjeros están sugiriendo o al menos apoyando a su gente para que evacue Japón. La SRE en México anunció que a todos los mexicanos en Japón les podría conseguir gratis transporte a Osaka y hospedaje por un par de días, o reembolsarles el boleto de avión de regreso a México, si querían.

Y entonces regresamos al punto del principio. ¿Por qué huir de un país que está ya lastimado y necesita ayuda? No es que vaya a volver a temblar mañana y se caiga el resto... bueno, no lo sabemos, pero lo mismo puede pasar aquí. Parece que sí se regresaron muchos mexicanos. Sus razones tendrán; entiendo que sobre todo si tienen familia, niños pequeños o ancianos, sea una buena decisión regresar. O tal vez simplemente no llevaban allá el suficiente tiempo como para apreciar y encariñarse con el país.

Si yo estuviera allá, definitivamente no me hubiera regresado. Es difícil saber cuál hubiera sido mi decisión si esto hubiera ocurrido en 2009 cuando apenas llegaba, pero sé que si yo ahora estuviera allá, no me regresaría (y afortunadamente creo que Coibita San piensa lo mismo). Y me da mucho orgullo saber que mis amigos mexicanos que están allá han decidido también quedarse (algunos, de nuevo, por razones familiares, lo consideraron, pero finalmente se quedaron) y ayudar en lo que se puede.

Ya llevo mucho escrito, y tengo todavía tanto que decir... sobre los noticieros amarillistas y las 'traducciones' sacadas de la manga, de lo que ya se ha hablado mucho; sobre cómo los americanos han estado de metiches queriendo tener toda la información detallada y queriendo meter su cuchara, y cómo los japoneses, cerrados no por mala onda sino por naturaleza, no quieren dar toda la información; sobre cómo curiosamente unos pocos días antes nos entraba una nostalgia inusual a varios, como a astrita y a , al tiempo que Zombra y el Ninja Peruano posteaban constantemente videos japoneses chistosos en su (y mi) Facebook; sobre la imponente sensación de paz que sentí en el aire cuando tuve la oportunidad de visitar Hiroshima; sobre cómo los japoneses están muy preparados para los terremotos, pero tan acostumbrados a ellos que realmente tardan en reaccionar...

Creo que lo importante ya lo he dicho, pero lo repito: que me gustaría poder ayudar allá, más allá que un par de fríos e impersonales donativos, y que estoy seguro que Sendai y toda la región afectada será reconstruida más bella y con más espíritu, y será más hermosa que antes cuando por fin la vaya a visitar.

Mi japonés no es muy bueno, pero aquí está mi intento por dejar un mensaje a quienes lo tienen que leer:

昔、もっと大変な悲劇から取り返りました。もちろん、再び取り返って、強くなります。

日本、がんばってくださいね。取り返って、もっと強くなってくださいね。
もっときれいな国になってくださいね。お願いします。私は祈ります。
がんばってくださいね。


Y finalmente, les comparto algunos links que he estado compartiendo en mi Facebook:

Donativos para el grupo de rescate "Topos"

Donativos directamente a Japón por medio de la AMJ


Avi Landau nos cuenta cómo se vivió en Tsukuba (donde yo viví), y lo ha ido actualizando día con día (sólo había leído el primer día, al escribir esto me di cuenta de que hay más).

Ikusuki, Carlos (españoles) y Nora (japonesa) nos cuentan cómo se vivió en Tokyo.

Rigo (mexicano) nos cuenta cómo se sintió en Chiba (al Este de Tokyo).

FreakSquirrel (mexicano en Tokyo) decide quedarse.

Explicaciones científicas sobre la radiactividad en Japón, por Kirk Sorensen, Matthew Radich, y Rigo.


Todo mundo pone en evidencia el amarillismo de los medios extranjeros:

Y finalmente, el maravilloso video que nos platica que a Reactorín le duele la panza. ¡No queremos que se haga popó!









No se olviden de donar!