Soñé que iba a ir a Japón

Hoy, después de la clase de japonés, subí a mi cuarto y me recosté un rato. El susurro uniforme de la calefacción me fue arrullando y me quedé profundamente dormido.

Y comencé a soñar.

Soñé que estaba en mi casa. Soñé que iba a ir a Japón.

Y que me emocionaba y que veía los videos de la residencia donde me iba a hospedar. Y que cada día estaba más ansioso por ir, y más ansioso por encontrarme con las personas que conocería allá, y que también estarían ansiosas por conocerme.

Porque en la realidad que soñé, no existían Biomara, Laura, Vane, John, Eva, Miguel, Emanuel, Diana... y todas las personas a quienes ya me acostumbré, quienes comparten conmigo esta experiencia día a día, todo el día, y a quienes hoy ya no quiero dejar de ver. Sin embargo en el sueño me parecía lógico, perfectamente lógico, que no existieran. Porque hace un mes, ellos no existían en mi mundo. Nunca habían existido. Hoy, principalmente ellos existen en mi mundo.

Esa sensación subconsciente de que me faltara "alguien" (en ese estado me hubiera sido imposible recordar quiénes, aunque lo hubiera intentado) me inquietó un poco, y algunas neuronas decidieron despertar. Empecé a recobrar la conciencia, y analicé el entorno donde estaba. Sí, estaba medio dormido en una cama; mi cama. Sí, me sentía en casa. Sin embargo una neurona empezó a correr la voz de que ya había pasado el tiempo para que estuviera en Japón. ¿La conclusión? Durante un período inicial, estoy yendo a Japón todos los días, y cada noche regreso a casa. Sí, porque ahora me siento tranquilo, en casa.

Más y más neuronas empezaron a despertar, y finalmente me di cuenta de que, sí, estaba en casa, pero no en el mismo lugar al que consideraba "hogar" hace un mes, sino otro nuevo. En Japón. Un lugar al que ya me acostumbré, rodeado de nuevas personas con quienes ya me encariñé.

 

Desperté y lo primero que vi fue que empezaba a  caer la tarde. Y ahí afuera, detrás de mi ventana, estaba Japón. No había que ir muy lejos para llegar. Sólo salir al balcón.

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Si no se los cuento yo...

... chance y se los cuenta Diana.

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Letreros, letreritos y letrerotes

Anuncio dentro de un tren:

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Internet a 50Mbps: 300 pesos al mes.


Paseando por Umeda:

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Ya ni entramos a esa tienda :P


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Textualmente: "¡NO! ¡Aquí no es baño!"


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Les't Party!


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Café-restaurant "GASTO". Pero ya no queríamos gastar.


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Aurrerá tiene sucursales en Osaka.


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¿Distribuidora de arroz?



Plumón para el pizarrón:

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Les't Party!



Una toalla que compré:

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Casi un Beatle.



Examen:

1. El siguiente comercio (en Dotombori) es:

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A) Un table dance.

B) Un cine porno.

C) Un restaurante común y corriente.




D) Todas las anteriores.





2. Este letrero (en Minoh) significa:

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A) No alimente a los changos.

B) No se haga amigo de los changos.

C) No reciba nada de los changos.*



D) Aquí no hay changos.




* Gracias a Toño por la idea.

Cosas comunes y corrientes

Hace un par de semanas era la novedad, pero ya nos acostumbramos...
  • Las hamburguesas de McDonald's sí saben a carne.
  • Separar la basura en botellas de PET / latas / papel / basura quemable / basura no quemable.
  • Café preparado enlatado.
  • Las máquinas de bebidas también venden bebidas calientes. MUY calientes. A menos que te equivoques y presiones la del botón azul.
  • Las fichitas que dicen valer 1 yen y que no sirven para nada.
  • Las monedas de 5 y de 50 están agujeradas.
  • Los sillones de masaje automático.
  • Dejar los zapatos en la puerta en las casas y algunos negocios, y andar con chanclitas feas.

DSCF0304 casa de la señora

  • Comer con palillos.
  • Arroz. Mucho arroz. Y chopita.
  • Caminar por la izquierda.
  • Esquivar bicicletas al ir caminando por la banqueta.
  • Las cosas amarillas para los ciegos en las banquetas y el piso de las estaciones del metro.
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(fotos de Héctor García "kirai" y David Esteban "Flapy")

  • Los coches con el volante mal puesto. En sentido contrario.
  • En el metro o tren, tener que fijarse cuánto cuesta llegar a tu destino.
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  • Tener que guardar el boleto del metro para entregarlo al salir.
  • Tener que estar consciente de los transbordos JR-chikatetsu-monoriel... porque todos son iguales pero no es lo mismo.
  • Los Oxxos se llaman Lawson y son azules.

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(foto de Héctor García "kirai" )

  • Los excusados en algunos comercios tienen calefacción y chorrito pa limpiarse.
  • = Jale. = Empuje.
  • 自働 = No jales ni empujes, que se abre sola (a los lados).
  • ¿Necesitas comer algo rápido? Onigiri.
  • Letras chinas por todos lados.
  • Nombres de marcas en katakana.

Me lo encontré en el Carrefour (カルフール) (Tachido mikubo)

Hoy fuimos en bici al Karufuuru. Pero traíamos prisa por regresar las bicis así que no tomé fotos.

Sólo ésta:

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Pero mañana regresaré, para tomarle fotos a las casitas de un callejoncito que está bien padre.

Allá en el Karufuuru me encontré una especie de Mario Party de la vida real:

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No, no lo compré.

No, Adrián, no lo voy a comprar.

No, no te has portado tan bien.

Lo que sí me compré fue esto:

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Un cubo de Rubik decolorado y deforme. O "brillante y excéntrico", se oye con más caché.

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Dudo mucho ser capaz de resolverlo, pero es de colección. Según había leído, sólo lo hay acá.

Y, aunque no me he atrevido a revolverlo (las posiciones arriba mostradas están 'controladas'), aquí les dejo un videito (que hizo alguien más, no yo) pa' que le entiendan mejor:

Es decir, ^ése del video no es el mío mío, pero es igualitito.

También había uno muy "bonito", con los colores tradicionales, pero de 2x2.

Tampoco lo compré.

Los dejo, debo estudiar kanjis, que para eso me pagan.

Sé que la curiosidad los mata

El post anterior originalmente lo edité contando lo que hicimos (o más bien, no hicimos) esa noche en Vancouver, incluyendo una foto... pero el internet en los cuartos no era gratis así que esa información se fue al ciberlimbo virtual.

El día siguiente duró como treinta y tantas horas. Salí de Vancouver a la 1PM. Me dieron las 2PM una y otra y otra vez conforme el avión cruzaba husos horarios tratando de ganarle al sol. Finalmente llegué a Japón a las 3 de la tarde.

Ah, eso sí, mi día empezó en domingo y terminó en lunes, aunque nunca se hizo de noche para mí.

El segundo día nos encontramos en la calle a una señora japonesa--ya la habíamos visto acá en el OSIC-- que está enamorada de México, y nos invitó a pasar a su casa. No todos los días se canta el Himno Nacional Mexicano con una japonesa en su casa.

El día siguiente, después de nuestras clases de historia y cultura, a la tienda de 100 yenes, al centro comercial --pura ropa casi-- y a los konbini (Oxxos). Luego, a jugar billar y convivir con los nuevos amigos. Un par de cervezas, el jet lag y el hecho de que el arroz no es tan bueno para absorber el alcohol, hicieron que decidiera ir a la cama no tan tarde antes de que terminara rayando toda la mesa de billar con el taco. O algo peor.

Hoy, conocimos el pasado de Osaka en su museo dentro del castillo, y luego su presente en el acuario y en las iluminadas calles de Dotombori, llenas de luces neón y pantallas gigantes y letreros de カラオケ y jóvenes extravagantes formando ríos de ojos alargados. Ahí fue cuando ya me cayó el veinte. ¡ESTOY EN JAPÓN!

Mañana, clase de sistema político, ir al Den Den Town a comprar una buena cámara, y en la noche al karaoke. Quesque dicen Biomara y Miguel Ángel que también les gusta cantar...

En fin, he querido escribir algo padre sobre eso cada día, pero termino muerto y hay que levantarse temprano al día siguiente.

Así que, si quieren enterarse, vayan a ver mis fotos. Están todas las que ha visto mi cámara, sin filtrar*, actualizadas cada día, y faltan las de los demás.

*No se asusten si ven algo comprometedor. Yo no fui. Me obligaron. Fue el sake. Ah, porque aquí TODO se te perdona si estabas borracho. O sea, a ningún japonés le preocupó que el ministro de noséqué estuviera borracho en la tele. Es la bebida de los dioses.