Twitter killed the blogstar

Desde que empecé a usar más el Twitter, por alguna razón empecé a tener menos temas para escribir aquí. A otros blogueros que 'conozco' les ha pasado lo mismo (no a todos).

Ésta es mi teoría:
(váyanle picando a la flechita de abajo)

¿Festejar, o no festejar?

Alonso, un amigo mío de la primaria, cumple años el 15 de septiembre. Así que, desde que yo tengo memoria (o al menos desde 5o de primaria), todos los 15s de septiembre me la pasaba en su casa, donde siempre había una gran fiesta, con meseros y todo, y nosotros nos la pasábamos jugando Super Nintendo (Bomberman, Mario Kart, NBA Jam son los más memorables) toda la noche. Sólo nos interrumpían un momento para ir a la sala a ver el grito, y luego a cenar.

Así fue cada año durante el final de la primaria, toda la secundaria, la preparatoria, la carrera...

Desde luego no siempre jugamos Super Nintendo. Conforme fuimos creciendo, dejamos de hacerlo... para jugar Nintendo 64, Xbox o Gamecube.

Conforme pasó el tiempo, además, yo dejé de ser tan cercano a Alonso. Claro que siempre me seguía invitando a su cumpleaños, pero también invitaba a sus otros amigos que durante la secundaria se volvieron más cercanos, y se la pasaban hablando de sus anécdotas juntos (yo iba en otro grupo entonces). Poco a poco me fui sintiendo menos a gusto, la verdad.

Surgían ya invitaciones a otras fiestas, principalmente con la gente de teatro de la universidad. Así que realmente nunca tuve que tomar la decisión "¿Iré al Zócalo a dar el grito?"



Hace un año, hasta el otro lado del mundo me llegaban puras malas noticias de mi país. No debería sorprenderme; estando aquí, en la tele y en los periódicos, las noticias son prácticamente todas malas. Hace un par de meses, un asesinato por asalto y un par de persecuciones entre narcos aquí en Guadalajara --novedad para todos-- nos hacían sentir como rodeados de terrorismo. La verdad, no dudo que algún inconforme radical por ahí quiera demostrar su inconformidad con el gobierno aventando algún explosivo a media plaza (lastimando a más civiles que políticos).

Hace 4 años el país estaba dividido entre perredistas y panistas. Hoy, me parece dividido entre los que dicen que no debemos festejar, y los que sí.

Yo tengo razones enmitrabajollevamoscalendariogringuísticas (¿o  se dice enmitrabajollevamoscalendariogringuescas?) para no tener mucho de qué preocuparme de todos modos. Estando mi novia enferma, menos aún. Pero ayer un buen amigo me decía que al menos debía ir a mi plazuela más cercana a gritar Viva.

"¡Son 200 años! Si tú cumplieras 200 años, te gustaría que todos fueran a tu fiesta, ¿no? ¿Cuándo va a volver a cumplir 200 años el país?"

Y sí me empecé a cuestionar. Pero nunca le he festejado ninguno de los 200 (o de los 27 que hasta ahora me han tocado). Estuve a punto de argumentarle "pues a mí no me consta que el país naciera hace 200 años", pero a mis amigos tampoco les consta que nací hace 28 y aún así celebran mi cumpleaños, entonces mi argumento no era válido. Así que simplemente me quedé pensando.

Hoy, una compañera del trabajo escribió en el Facebook


Es una estupidez como el gobierno gasta a lo idiota en los festejos del tan sobrevaluado "Bicentenario" mientras el sureste del pais está en el agua y la inseguridad cada dia esta peor! Festejar ke?? 200 años bajo la direccion de puro idiota???? Give me a break!

Medio ocupado y medio de acuerdo, simplemente le di en "Me gusta" sin comentar nada. Pronto surgió la discusión debajo de ese párrafo, unos a favor y otros en contra. Otra compañera dijo que nos dejáramos de berrinches y que "Pues es que Obrador dice lo mismo que ustedes. No sera el, el "heroe nacional" que tanto estan esperando?"

Estuve a punto de retirarle la palabra a esa compañera por asociarme con ese loco, pero algo de razón tenía su comentario.


Ciertamente, como he venido diciendo desde hace muchos meses, no estoy conforme ni contento con el país que me está tocando vivir. Es cierto que la mayoría de los gobernantes son tranzas, pero el país no se forma sólo de los gobernantes. El país también es el territorio, su gente y las tradiciones. Por el territorio y las tradiciones, no hay duda, tenemos un país hermoso. De la gente.. bueno, ahí si tengo duda. Me gustaría ser optimista, pero la verdad es que como dije antes, MUCHA gente en este país carece de valores que para mí son importantes.

Así que, por un lado, no me siento muy motivado a celebrar "el cumpleaños" del país. Pero tampoco soy de esos que se ponen a mandar correos donde piden que "nos unamos" y que "les demos una lección a nuestros gobernantes" haciendo un grito silencioso. Esos muchas veces son los mismos que le echan la culpa de todo a Televisa y a Carlos Slim, por ser exitosos (y por lo tanto, rateros).

Creo que es una cuestión de fe. Es cierto que es bonito tener fe en nuestro país, pero también es cierto que hay muchas pruebas de que nuestro país no está tan bonito como quisiéramos. Entonces en mi opinión es una cuestión personal. Al que quiera ir al grito porque se siente muy patriota, pues que vaya. Al que quiera encerrarse en su casa y ponerse de luto como emo, pues también está bien. Ambos tienen sus razones.



¿Que si la celebración del Bicentenario es pura distracción para que nos olvidemos de los problemas? Tal vez sí; pero la tele, los deportes, los juegos y muchas medicinas también lo son.



Yo sigo creyendo que vale más trabajar por el país todos los días, que gritar ¡Viva México! esta noche.

Allá por donde nace el sol.

Escrito para la revista SONSET de agosto 2010.
Necesitaba ser muy general y breve.



A los japoneses, desde niños, se les inculca fuertemente una serie de valores, entre los que destacan el respeto y el trabajo duro. Para uno como turista esto es maravilloso, ya que en todos los lugares comerciales, turísticos o públicos, te tratarán como rey. Es cierto que el lenguaje es totalmente diferente e incomprensible si no llevas muchos meses estudiándolo; pero si conoces el inglés, no tengas miedo en preguntar. Los tenderos, policías y mucha gente en la calle hará lo imposible por entenderte y guiarte con señas, e incluso es probable que encuentres en la calle a alguien suficientemente amigable como para no sólo usar su celular para averiguar dónde queda tu destino, sino acompañarte para asegurarse de que llegues bien.

Lo interesante de Japón es que tiene algo para todos los gustos. Si te gusta la tecnología y el anime, te encantará perderte entre los callejones de Akihabara, en Tokyo, visitando tiendas de apenas tres metros de fachada, diez de profundidad y 10 pisos de alto atiborrados de videojuegos, figuras decorativas, juguetes y CDs. ¿Prefieres la playa? Visita Kamakura, al sur de Tokyo, o simplemente llénate los pies de arena en la playa artificial de Odaiba, todavía dentro de Tokyo, mientras disfrutas de una cerveza Asahi contemplando el atardecer tras el Rainbow Bridge. Para conocer la arquitectura tradicional japonesa puedes caminar por las callecitas de Kyoto, y disfrutar de sus múltiples puntos turísticos, entre los que se encuentra el famoso Pabellón Dorado (Kinkaku-ji). También puedes ir al majestuoso castillo de Himeji, o maravillarte con el famoso torii (portal) en el mar en Itsukushima. Ya estando por allá en el oeste, una visita obligada es el Museo de la Bomba Atómica en Hiroshima, el cual muchos políticos del mundo deberían visitar para sensibilizarse un poquito. Para aquellas que no pueden vivir sin visitar tiendas de moda, basta con darse una vuelta al barrio de Ginza en Tokyo. El que guste de los deportes extremos puede ir a hacer snowboarding a Nagano o Niigata, o escalar el Monte Fuji. Para los amantes de la naturaleza, el país está lleno de hermosos parques, refugio del caos de las metrópolis, tanto en el mismo Tokyo como en Osaka, Nara, y prácticamente cualquier lugar donde te encuentres, pues los japoneses son muy respetuosos de su entorno.

La gastronomía no podía dejar de ser igual de maravillosa. No sólo hay sushis de cientos de colores, formas y sabores, sino que existen cientos de platillos que los gaijines1 promedio nunca habíamos imaginado: el katsudon y el gyuudon, que son platos de arroz con carne de cerdo y res, respectivamente; el ton-katsu, carne de cerdo empanizada; el okonomiyaki, que literalmente significa “lo que te guste, a la parrilla”, y es una especie de hot-cake de huevo con una mezcla de verduras, más lo que el cliente escoja: camarón, carne, pulpo, etcétera, cocinado a la parrilla en su propia mesa; takoyaki, pequeñas albóndigas de pulpo que se comen más bien como botana principalmente en Osaka; además de los muchos restaurantes de carne donde tú te cocinas cada trozo a tu gusto en la parrilla de tu mesa. La mayoría de los restaurantes presentan fotos o incluso maquetas de sus platillos a la entrada, así que no será tan difícil decidir. Los japoneses además saben reconocer la buena comida extranjera, así que no te extrañes si encuentras más de un delicioso restaurante de comida italiana –me atrevería a decir que a la altura de los originales–, puestos de kebabs hindúes en la calle, y por supuesto las famosas franquicias de hamburguesas norteamericanas, que, a gusto de un servidor, saben cientos de veces mejor que sus equivalentes en México, así que sí, vale la pena aunque sea probarlas si se encuentran por allá.

Para el turista común, Japón es un lugar muy caro. Sin embargo, si tienen la oportunidad de ir, y cierto espíritu aventurero, no lo duden. Tengan en cuenta que un país no se puede conocer en una semana (ni se puede describir en una cuartilla). Osaka es un buen punto de partida. No sólo se la pasarán maravillosamente, sino que tal vez, después de algunos días, descubran que Japón y México tienen más cosas en común de lo que se imaginaban…


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Gaijin 外人 (Pronunciada ‘gaillín’).- Palabra en japonés coloquial para decir “extranjero”. regresar


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Y he aquí unas pequeñas fotos con pies.



Si están en Hermosillo, consigan la revista.