(Publicado originalmente en Extranjeros en Japón)
Yo vivo en Tsukuba, una ciudad que, aunque está cerca de Tokyo, por sí misma no tiene mucho atractivo turístico. Tiene varios centros de investigación, la Agencia Espacial Japonesa (JAXA) con su minimuseo (pero nunca he visto que lancen cohetes desde aquí), algunos parques, y el centro de la ciudad no es más que un centro comercial.
Un centro comercial, cabe mencionar, cuyas tiendas son en su gran mayoría de ropa.
Su servidor aparentemente nació con una discapacidad en el cerebro. Las neuronas encargadas de identificar la ropa más allá de su elemento funcional fueron reemplazadas por tres cacahuates y una corcholata. Ni modo, así nací. Así que me es totalmente imposible identificar qué ropa "es mi estilo" o si "combina" o simplemente si se ve bien o no. Sólo sé que hay que ponerse algo arriba, algo abajo, y zapatos. Tratando de que sean del mismo color para ser menos rechazado por la sociedad.
Ese pequeño paréntesis fue para enfatizar el poco interés que me inspira el mencionado centro comercial.
A unos cuantos minutos de ese centro comercial (que realmente creo que son dos pegados; "Creo Square" y "Q't", pero que de ahora en adelante le llamaremos "Tsukuba Center") está otro, que se llama "Lala Garden", que se veía interesante pero al cual nunca me había animado a ir.
Y... bueno, no hay nada más. Un museo de ciencias por ahí, y ya. Muchos sembradíos, muchos terrenos baldíos, muchas casas. Se puede recorrer la ciudad entera en bicicleta en un par de horas.
Llevo casi 4 meses viviendo aquí, así que se imaginarán que ya conozco bastante bien la ciudad y no hay mucho que me sorprenda.
El caso es que la semana antepasada mi coibita me acompañó a comprarme un traje en Tsukuba Center (estaban en rebaja) y más ropa al UniQlo (que es una tienda de ropa muy común por acá) del Lala Garden. La verdad es que ni tuvimos tiempo de pasear por el Lala Garden, sólo a la tienda de ropa y ya.
La semana pasó, y llegó el sábado. El temido día en el que tendría que ir yo solo a esas dos tiendas de ropa: una a recoger el traje arreglado y otra a mandar a ajustar los pantalones. Yo solo, ir a tiendas de ropa, sin novia o amigas que me sirvan como guía. Es como entrar a una jungla enmedio de África sin tener un guía. Bueno, no tanto así, pero sí me daba mucha flojera.
El día estaba soleado, muy bonito, así que fue más agradable ir a la parada del TsukuBus a esperar el TsukuBus. (¿Qué más querían que esperara? ¿A Santa Claus?). Decidí bajarme en la parada que está más cercana a Lala Garden, de ahí caminar al Tsukuba Center y tomar el Tsukubus de regreso al JICA. ("Mi casa")
Entré al UniQlo, le dije a la señorita que quería que me ajustaran los pantalones, me los midieron, y me dijeron que estarían listos a partir del día siguiente. Decidí pasear por el centro comercial.
No saben qué centro comercial tan bonito. Varios espacios al aire libre (pero a la sombra) para sentarse a disfrutar de un café o un sándwich de los distintos restaurantes que hay, música de fondo (como Jazz Latino), una zona para que los niños jueguen entre fuentes y un pequeño escenario, un restaurante italiano que se ve muy agradable, más espacios al aire libre... Supongo que el clima también ayudó, pero en verdad me sentía muy agusto ahí.
Encontré un lugar que decía llamarse PLAZA CAPCOM que, como buen adicto a los videojuegos, me llamó la atención. Decidí entrar. Era un lugar de maquinitas. (Yo esperaba que Ryu o Megaman me dieran la bienvenida pero no). Con 500 yenes me alcanzó para divertirme como hora y media jugando un par de carreras en Mario Kart Arcade, un pachinko de Evangelion, uno de DK de esos de lanzar fichitas para que al caer empujen fichitas y puedas ganar más fichitas (que sólo lo jugué para gastarme los millones de fichitas que gané en el pachinko) yése de los tambores que no sé cómo se llama. (Me volví fan y jugué como 6 canciones, incluyendo la de SMB).
Empezó a atardecer. Todavía me di el lujo de cruzarme a la tienda de electrónica de enfrente para comparar precios de unos audífonos Bluetooth que me quería comprar.
Empecé a caminar hacia el Tsukuba Center. El clima estaba muy agusto. En el camino, me encontré varios restaurantes que se veían muy agradables. Uno de sushi, muy elegante, al más puro estilo japonés, con cortinitas en la entrada y todo. Una antorchita a la entrada encendida, bailando con la brisa que se dejaba sentir. Cómo me gustaría venir a cenar con mi novia.
Malditos japoneses, ¿por qué hacen todo tan bonito?
Llegué a Tsukuba Center, me entregaron mi traje. Al bajar, en los patios del centro comercial había una especie de Kermesse. Puestecitos de comida, música de fondo, y otros puestos de juegos, donde los niños jugaban a pescar (peces o pelotitas), a tirar un dado gigante, y otras cosas. No sé por qué los niños japoneses me causan más ternura que los de mi país.
Familias con sus yukatas, niños riendo, una pareja de abuelitos sentados descansando...
Como faltaba como media hora para que saliera el siguiente Tsukubus, decidí comprarme una papa espiral y sentarme a descansar tantito, a disfrutar del clima, de las lámparas que adornaban a todos los puestos, y de la música de fondo. Estaba tan tranquilo... Lo único que rompía la escena era el constante "Irasshaimasé!! Irasshaimasé!!" de los de los puestos.
A las 7:49 tomé el Tsukubus, de regreso a casa, con la sonrisa de que lo que iba a ser un día aburrido de comprar ropa terminó en una grata sorpresa.
La moraleja de esta historia queda a la elección del lector. Las opciones son:
ア) Los japoneses hacen todo bien.
イ) En cualquier rincón de Japón te puedes encontrar algo bonito que no esperabas.
ウ) Nunca digas que ya conoces toda la ciudad donde estás. Siempre habrá algo más que te sorprenda.
エ) Los pachinkos son aburridos y fáciles de ganar.
オ) Si me ves con ropa que no combina, no me regañes ni te burles de mí; guíame.
カ) Todas las anteriores.
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