La primera vez que soñé que volaba, mis movimientos eran muy limitados. Lo único que podía hacer era columpiarme en círculos colgando de una cuerda invisible que me sostenía por encima de la esquina que se formaba en la escalera en L que había en casa de mi abuelita. Aunque no podía desplazarme más, fue muy divertido. Recuerdo que pasé un buen rato volando ahí, sobre la escalera. Esa escalera en la que todos los niños que pasamos por ahí (incluídos mis tíos) nos encantaba brincar desde el recibidor hasta ese descanso antes de que la escalera doblara hacia el patio. A mí además me gustaba sostenerme de los barandales cafés de metal incrustados en la pared y levantar los pies, y columpiarme probando la fuerza de mis brazos.
De hecho, la segunda vez que soñé que volaba, fue porque descubrí que al estar sostenido de los barandales, podía soltarme de una mano y mantenerme sentado en el aire, siempre y cuando me agarrara del otro barandal. Así, fui recorriendo toda la escalera flotando, sin bajar los pies, sosteniéndome de sólo un barandal. Y al poco tiempo descubrí que podía hacerlo en todos lados, agarrándome de cualquier barandal o pretil. Siempre manteniendo las piernas cruzadas, sentado en el aire, e impulsándome poco a poco con las manos.
La tercera vez que volé en mis sueños, fue porque en la secundaria íbamos a tener una excursión o algo así, y cuando me desperté era muy tarde. Así que puse mi almohada frente a mí, horizontalmente, y me agarré fuerte de ella, sosteniendo fuerte las orillas como lo hacía cuando llevaba el carrito del súper, tomaba vuelo y subía los pies. Así, recargué el peso de mi cuerpo sobre la almohada y me impulsé hacia adelante. Mi almohada se mantenía volando a metro y medio del piso, sosteniendo mi peso, y se desplazaba cada vez más rápido conforme iba empujando con un pie. Pronto estaba volando sobre las azoteas de los edificios, haciendo unos valientes saltos de uno a otro, y pude llegar a la escuela justo cuando todos se estaban subiendo al camión. Lo que no me fijé es que no llevaba puestos los zapatos.
Así, mis técnicas de vuelo se han ido perfeccionando. Cada vez soy más libre, y cada vez es más fácil. De un tiempo para acá puedo volar por mí mismo, sin cuerdas, ni barandales, ni almohadas. Solamente mantengo la respiración, me concentro, pujo un poco, y ¡listo! Empiezo a flotar. La clave aquí es confiar y no tener miedo. Al principio cuesta un poco de trabajo, porque mi mente dice "esto no es cierto", y entonces toco el piso. Pero en cuanto pierdo el miedo, empiezo a levantarme cada vez más. Ahora sólo es cuestión de concentrarme en ir hacia adelante, y así empiezo a agarrar velocidad. Ya casi lo domino.
Anoche, por ejemplo, estaba en una especie de día de campo. Creo que todo estaba bastante aburrido, y a lo lejos se oían voces de unas chicas divirtiéndose. Qué mejor manera de desplazarse que volando. Logré levitar, pujando como describí arriba, y luego empecé a desplazarme a una gran velocidad, al raz del suelo. Eso es divertido. Y más fácil. Es más fácil volar cerca de superficies (suelo o paredes), porque así siento cómo con mi fuerza voladora empujo contra ellas y me mantengo seguro, tranquilo, y eso evita que caiga. Pero la verdad es que puedo alejarme del piso y paredes también. Anoche, por ejemplo, me concentré y pude desplazarme verticalmente, a una velocidad considerable, y me elevé bastante. Creo que nunca me había elevado tanto al volar. Se siente tan bien... Sólo por diversión, bajé rápidamente y de nuevo volé horizontalmente, boca abajo, a unos 30 cm del piso, como a unos 50 km por hora, con los brazos pegados al cuerpo para no perder velocidad. Podía sentir la humedad del pasto y ver las partes con tierra. Así, con tanta velocidad, es más fácil hacer una curva hacia arriba y de nuevo levantarse, como a unos 10m de altura.
Así llegué una terraza, donde había unas chicas muy guapas, que tenían una parrillada. Usaban shorts blancos, blusas ligeras de colores lisos para el calor, y parecían buenas personas.
Y desperté.
Curiosamente, hoy un amigo de mi papá le regaló un helicóptero de radio-control, y en la tarde pasé un buen rato intentando hacerlo volar, hasta que se le acabó la pila. Bueno, no se puede volar mucho un helicóptero dentro de la sala, pero sí logré mantenerlo flotando estable varias veces.
Pero no se acerca para nada al sentimiento de volar realmente, como en mis sueños.
Algún día tendré el dinero y la creatividad suficiente para hacerlo. Algo así como le hace David Copperfield. Cuando lo logre, prometo contarles.
Y presentarles a las chicas guapas de la terraza.
6 comentarios:
Invítame ¿no?
No tiene nada que ver pero no identifico al mobius que escribió esta vez el el blog colectivo que tienen ustedes. Y conste que sin saber quién es y además no firma, puedo pedir que iniciemos una colecta para inscribirlo en clases de español, de escritura y redacción y un poco en alguna de inventiva, lo hace realmente mal.
mm pues a mí no me pareció mal... sobre todo tomando en cuenta que, como dice, estaba ebrio.
Es El de Chokolate (abajo junto a la hora dice). Le reclamaremos la firma.
Y sí, te invitaré a volar cuando lo logre. O al menos si lo sueño me acordaré de ti entonces igual y me acompañas a visitar a las de shorts.
¿Ah sí? pues yo una vez soñé que todos podían volar menos yo... y se burlaban de mi.
Si, me avisas, pero a mi me presentas un chico guapo de otra terraza n.n"
Wow, hasta en los sueños mejoras.
No pude evitar pensarlo en forma de RPG:
Flight skill +3
Rodrigo: Ok, prometo no burlarme de ti si en el próximo sueño te veo ahí solo y triste en el suelo como todos los mortales.
Misteriosa Esfera Púrpura: mm no vi hombres guapos en la terraza... sólo uno volando ;P
Ninja: lo mejor es que no tuve que pelear contra nadie para subir mis puntos.
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