Frías sillas metálicas

Es duro pasar la noche del 24 tratando de acomodarme en las frías sillas de una sala de espera. Mi mamá sola en su casa. Mi esposa sola en su casa. Mi papá solo en una cama de terapia intensiva. Escuchando unos ronquidos ajenos por aquí, un sollozo de luto por allá.

Pero también es lindo ver cuánta gente --familias, solteros, adultos y niños-- está dispuesta a alejarse de su casa y de su familia por un rato, ponerse un gorro de Santa Claus o unos cuernos de reno, y llevar tortas, panes, tamales, café, galletas o hasta juguetitos, a la gente que tal vez no tenga mucho, a la gente que tal vez esté sola y triste, compartir una sonrisa y algo de su tiempo con aquellos que están tratando de acomodarse en las frías sillas de una sala de espera.

No hay comentarios: