Los trenes en Japón - parte 2

Entras al vagón. Los asientos están acomodados unos para allá y otros para acá, parecido a como es en el metro en México. La señora que se te metió enfrente tomó el último lugar disponible. Las puertas se cierran, y la voz grabada te da la bienvenida al tren JR tal de la línea Yamanote que va en dirección a Ueno. Primero en japonés, y luego en inglés.

Podrías irte parado; ya estás acostumbrado a jugar columpiando las agarraderas que cuelgan por todo el tren --aunque eran más divertidas las de Osaka, que eran circulares, porque éstas son triangulares. Descubres que las agarraderas de la zona donde estás no son blancas, sino amarillas, con un letrero de "apaga tu celular." Estás en la zona reservada para viejitos, embarazadas y enmuletados, y a alguien se le ocurrió que la gente con marcapasos podría tener miedo de los celulares, así que, aunque no pasa nada, te piden que lo apagues. "Qué exagerados", piensas mientras le haces cara de fuchi a la señora que se te metió en la fila, y decides pasarte al otro vagón a ver si hay lugar.

Sería más emocionante si el intersticio entre vagón y vagón no estuviera cubierto con tela acordeonada y con una plataforma perfectamente pisable. Entre las puertas corredizas podrías sentirte como en una película de acción. Así, no tiene chiste, ni se siente que sales del vagón.

Este otro vagón tiene sólo dos tiras largas de asientos a los costados. Encuentras un lugar disponible y te sientas. El asiento y respaldo levemente acojinados parecen ser suficientes para que la muchacha de a tu derecha se sienta como en su cama aunque esté sentada. Poco le falta para roncar.

A tu izquierda, un gordo feo de lentes y en shorts se come un onigiri. Un pedacito de alga cae al suelo como un sobrio confeti verde. El arroz parece estar bien pegado, pero si el gordo se descuida, en cualquier momento podría caerte un pastoso granito en el zapato. Casi nadie come en los trenes. ¿Por qué te tuvo que tocar sentarte junto al único que lo está haciendo?

Tal vez si los asientos de este vagón fueran del otro tipo (no como el vagón de atrás, sino de los otros, que están todos viendo al frente, como camión de escuela), te hubiera tocado sentarte sólo junto a la muchacha dormida, y el gordo estaría en otro lado.

Todos los demás, como es costumbre, están en perfecto silencio. Enfrente, un señor leyendo un libro. Cerca de la puerta, un muchacho muy concentrado en su Nintendo DS. ¿No estás ya grandecito como para andar jugando al mariobrós? Junto a él, una pareja de colegialas muy concentradas en sus respectivos celulares, mandando mensajes con docenas de kanjis por minuto, pero sin dirigerse palabra alguna entre ellas. Más allá, otros dos muchachos con sus DSs. Del otro lado, una pareja de señoras platicando en voz baja en su lenguaje incomprensible, tan diferente al que te enseñaron en la escuela, tan lleno de sorprendidos "soo des ka?"s y condescendientes "soo nee"s. Sus tímidas voces se pierden entre el silencio de libros, celulares, Nintendos y ronquidos ausentes que llenan el chacachaqueante vagón que muchos usan como lugar de descanso, aprovechando el largo recorrido.

Otra voz igual de incomprensible se deja oir por todo el tren, avisando que nos acercamos a la siguiente estación, y mencionando todas las opciones de trenes de otras compañías a los que podrás transbordar desde ahí. En Osaka, había el JR, el subterráneo (chikatetsu), el monorriel y el Hankyu, suficientes para confundirte a la hora de tener que salir de una estación para entrar a otra, donde todo parece funcionar exactamente igual. Mucho tiempo que perdías buscando el nombre de una estación en el mapa, hasta que te dasbas cuenta de que estabas viendo el mapa de una red equivocada. Acá en Tokyo parecería más sencillo, puesto que dominan el JR y el Tokyo Metro, y en conjunto, te puedes encontrar estaciones casi en cada esquina; sin embargo, nunca conectan donde quieres, y a veces tienes que dar demasiada vuelta. Además hay un par de líneas nuevas de Metro que son aún más subterráneas y tienes que salir y entrar a la estación, y no están en todos los mapas. A eso hay que sumarle algunas estaciones del nuevo tren especial hacia Tsukuba (creativamente llamado "Tsukuba Express"), el Shinkansen, y uno que otro sistema más por ahí desperdigado.

Como no entendiste lo que dijo la grabación, buscas una de las pantallas que están arriba de cada puerta para que te informe. Primero te distrae la pantalla de la izquierda, con un anuncio de un juego nuevo de "Dragon Quest" para Nintendo DS. Logras ignorarla mientras sigue silenciosamente motivando al consumismo, y te fijas en la de la derecha, la informativa. Amablemente alterna entre kanji, hiragana e inglés para avisarte que estás llegando a la estación 神田/かんだ/Kanda, en la línea Yamanote; alrededor puedes ver todas las estaciones que siguen (esta línea hace un círculo), y luego te pone un mapita de dónde quedarán las escaleras, elevadores y salidas del andén con respecto a cada vagón del tren cuando éste pare. "The doors on this side will open" hace que un despistado que esperaba en la puerta opuesta cambie de agarradera, como un Tarzán urbano columpiándose entre lianas.

La pantalla de la izquierda anuncia a una linda muchacha en kimono, disfrutando de la frescura y tranquilidad de la vida gracias a un trago de cerveza. Curiosamente, es el mismo anuncio que está pegado junto a las pantallas. Muy diferente a los carteles que cuelgan del centro del vagón, tan llenos de kanjis ordenados en perfectas columnas y estridentes katakanas coloridos, que no tienes la más mínima idea de qué anuncian.

El tren para y se oye la tonadita de campanitas. "Tan, tan-tan-tan, tan-tarararararán. Kanda. Kanda des. Owasuremono ni gochuui kudasai". Eso no te lo repiten en inglés, pero ya sabes que si llegaras a olvidar algo en el tren, es probable que lo puedas recuperar si vas a la oficina.

La muchacha sigue dormida. El gordo se pone de pie, toma su portafolio que había dejado arriba, en la repisa de barrotes destinada para ello, y sale del tren. Sale gente, entra gente. Nadie corre, nadie empuja.

Otra voz omnipresente --ahora es masculina-- amenaza con cerrar las puertas. Pero realmente esperan a que todos salgan y entren antes de hacerlo. "Dooa ga shimarimas. Gochuui kudasai."

Se sienta junto a ti un señor muy trajeado. Entra tras él una viejita que parecería que apenas puede sostenerse en pie. Te pones de pie para cederle el asiento, "doozo...". Ella se sorprende y agita la mano de un lado a otro. "Ah!, iie, iie, arigato gozaimasu.. daijoobu desu." Por más que le insistes, ella te dice que está bien, y no acepta el lugar. No están acostumbradas a que les cedan el lugar. Y de cualquier manera, aquí hasta las viejitas tienen una excelente condición física para estar en el tren, subir escaleras y hacer sentadillas. Después de todo, llevan toda la vida meando y cagando de aguilita... No es raro ver a las personas --mayores y menores-- sentarse en cuclillas para descansar.

De nuevo el tren se llena de silenciosos libros, Nintendo DSs y celulares. Esta vez, nadie habla. La cabeza de la muchacha de al lado oscila de un lado a otro. La pobre se va a despertar con un dolor de cuello horrible. Al señor de traje le vibra su celular (desde luego, todos lo traen en マナーモード - "Manner mode") y contesta con voz muy muy baja, tapándose la boca, para que nadie lo oiga. El vagón está bastante lleno, pero el aire acondicionado funciona bastante bien.

Señores de traje gris, señoras con kimono, muchachos con peinado punk y muchachas con shorts de mezclilla y mallones desgarrados. El único punto en común es que todos están en silencio y nadie observa a los demás con ojos de crítica. Cada quien está en su mundo.

Tu amiga, la voz de la grabación, anuncia que se acercan a la estación. Lo corroboras en el letrero luminoso de letras rojas y naranjas al fondo del vagón (otro trajeado te obstruye la vista de la pantalla de la puerta). Aquí te bajas. Te pones de pie, y de reojo alcanzas a ver que la viejita no se quiso sentar. "Odeguchi ga, migi gawa desu." De nuevo la salida es por la derecha. Te paras frente a la puerta. El tren se detiene. La puerta se abre.

3 comentarios:

Xenomorph dijo...

Es toda una odisea viajar en tren japonés... aunque honestamente, de esta entrada sólo pude retener lo siguiente: colegialas.

Shame on me... ¬¬

CÉSAR R. GONZÁLEZ dijo...

qué haces en japón guey?

El mecartistrónico dijo...

De lunes a viernes estudio sobre minirobótica, Microfactory, y háptica.
Sábados, domingos y días festivos paseo, visitando templos, castillos, parques de diversiones, bares, antros, parques, tiendas, playas y museos.

Todo pagado por el honorabre gobierno japonés y su amabre contribución a los países tercermundistas como el nuestro.