Chocolate caliente

Era uno de mis primeros viernes en la universidad. A finales de agosto de 2001. Llego a la escuela en el Transportec; qué bien me está cayendo esta niña Natalia. Clases de 8 a 1. Inglés, Matemáticas, Física, Economía, Química, Análisis de la Información e Introducción a la Mecatrónica. La emoción de estar aprendiendo cosas nuevas e interesantes. El nerviosismo de tratar de gustarle a Argentina, mi compañera de clase en Física. Y Valeria, de Inglés, no está mal tampoco. Mate, me choca estar viendo de nuevo cosas tan sencillas. Pero el grupo es buena onda, en especial Benjamín y Datán. El profe de Química es un manchado. Pero hay dos o tres compañeras interesantes. El profe de Economía es la neta. De 1 a 2, tengo hora libre, que está dedicada a empezar la tarea de Química que siempre es muy complicada. De 2 a 3, Coro. Siempre he sido feliz cantando, y este día no es la excepción. Además, estoy haciendo nuevos amigos. Natalia, Tania, Ada, Mariana, Ale, Alicia, Ángel... De 3 a 4, hora libre otra vez. Tengo que aprovecharlas al máximo; hay mucha tarea de Química, Física, Mate, Economía, y hay que ir pensando en el proyecto de Introducción a la Mecatrónica. Pero también hay que comer algo. A la terraza del edificio del gimnasio, un cuernito de jamón mientras leo el libro de Economía. A las 4, taller de Comedia Musical. 2 horas de estar sufriendo con Memo Méndez. Sufriendo físicamente, porque definitivamente no estoy en forma para este tipo de ejercicios --hoy mi cara terminó empapada, entre sudor y lágrimas--, pero estoy super feliz en el taller. También ahí está Alicia, qué bien me cae. De 6 a 9, ensayo de Teatro. ¡Sí! Me aceptaron en el Representativo. Tengo que echarle muchas ganas. El ensayo estuvo genial, por fin nos juntamos otra vez todos (¡somos como 30!), y cada uno actuó --como pudo, aún no hemos ensayado casi nada-- su escena. Oí comentarios muy buenos. "A mí me encantó lo de la Ola...". Pero vaya que estuvo cansado el ensayo, con todos los ejercicios que Julio nos puso a hacer. Pero muy muy divertido. Y en general creo que me agrada toda la gente de ahí también. Y yo les agrado. Por fin terminó el ensayo.

El transportec sale a las 9:20. Todavía falta un rato. Cruzo el pasillo de la planta baja de un edificio que después me acostumbraré a llamar "Oficinas 2". Estoy exhausto. Abrumado. Asustado. Preocupado por tantas cosas que hay que hacer (y mañana hay que ir al Servicio Militar), pero también feliz. No sé si estoy más preocupado o cansado o feliz. Creo que feliz. Y cansado. Una máquina de café. 6 pesos por un chocolate caliente. Cómo se me antoja un chocolate caliente. 21:07. Todavía hay tiempo de disfrutarlo. Mmm, qué rico chocolate. Me tranquilizo un poco. Todo va a estar bien.

Definitivamente estoy feliz.



Hoy, casi siete años después, 23 de mayo de 2008, es de nuevo viernes. Fui al tec a correr y a ver a mi asesor de tesis de maestría. Saliendo, todavía había luz de día, así que me di algo de tiempo para pasear por el campus.


Mi salón de Coro donde conocí a Ale y a Mariana y a tanta gente, que luego fue --sólo por un rato-- mi taller de mecánica, hoy es un changarrito de copias abandonado. Mi terraza donde comía todos los lunes, miércoles y viernes en primer semestre, y a donde me escapaba de los ensayos de Coro para estar abrazado con Mariana en segundo, ya está abandonada también. Mi salón de cómputo a donde ella me iba a visitar, ahora es un conjunto de oficinas. Mis pasillos de enfrente de la Prepa donde caminaba de la mano con Ale, ya están cerrados con jardineras o cafeterías. Mi papelería donde nunca atendían bien, ahora es un 7-eleven. Mi puerta por donde tenía que entrar con mi vocho los domingos cuando había ensayo de teatro, y donde esperaba mi transportec en las noches, está clausurada y ya no pasan coches por ahí. Mi cafetería donde iba a comer un sándwich de pollo con ensalada de zanahoria después de ir al gimnasio, ahora es un salón de maestros. Mis primeros laboratorios de electrónica donde aprendí a llenar protoboards con marañas de cables, y donde conocí a quien se volviera uno de mis mejores amigos, ahora son salones de medicina. Mi estacionamiento al aire libre donde dejaba mi otro vocho cuando cantaba en graduaciones ahora está invadido por oficinas "temporales". Hasta mi camellón donde iba a comer tacos con mis amigos, está reducido a la mitad porque ampliaron la calle. Mi pasillo enfrente de la cafetería donde saludé por primera vez a Jessica, está oscuro y reducido a un tercio de su ancho por una pared de lámina porque el edificio está en construcción. Mi otro laboratorio de electrónica de donde me escapaba todas las mañanas de miércoles para estar un rato con ella, ya volvió a ser el Salón de Congresos; la mesa desde donde ella me saludaba ahora está invadida por un puesto de comida rápida. Mi nuevo edificio de laboratorios donde conecté tantos PLCs y maquiné tanto aluminio, está de nuevo clausurado y en construcción. Mi banca donde leí aquella carta hoy no está, y la pared está manchada con pintura de colores. Mi pasillo donde nos besamos ya está cerrado por más jardineras e invadido por parte de la construcción.


Pero en el pasillo de la planta baja de Oficinas 2, todavía hay una máquina de café.

Mmm, qué rico chocolate.

1 comentario:

Erika dijo...

Me late tus crónicas de verdad te imagine en la uni recorriendo todos esos lugares en el antes y despues, al igual que también me hiciste recordar cuando fui yo a la uni después de haberme titulado