Pararte bruscamente y salir corriendo. Romper ese telón de comodidad, desgarrarlo con fuerza y seguir corriendo. De esos días que te dan ganas de brincar, romper, salir derribando esos montones de malos hábitos que se han ido acumulando alrededor. Con ganas de tirar por la ventana el Google Reader, el Xbox, el Facebook, todos esos tiempos muertos. Tiempos de estar muerto. Uno de esos días en que te cae el veinte de que no estás haciendo nada, de que no has estado haciendo nada. Sólo estar. De que te dan ganas de correr, correr lejos, correr fuerte, desgarrar la energía, estrellarte con el viento, y de camino encontrarte a ti mismo, esa versión de ti que está ahí, sentado nomás, descansando, disfrutando de la comodidad de la vida, y darle un puñetazo a la cara. Y seguir corriendo y empezar a hacer cosas. Todas esas cosas que quieres hacer. O buscarlas. Correr por unos momentos al lado de ese amigo que siempre está corriendo, para tomar impulso. Pasar al lado de ese otro amigo que también está ahí sentado nomás, dejando que su destino llegue "a su momento", y tratar de darle un empujón y gritarle. Y seguir corriendo. Y gritar y desgarrar y arreglar y manotear para ahuyentar a esa nube de pereza y comodidad. Y seguir corriendo hasta alcanzar ese destino, el bueno, el que alguna vez soñaste, el que va corriendo allá adelante y tienes que alcanzarlo --y tienes que echarle más ganas para recuperar la distancia perdida--, no el otro destino flojo que viene atrás y llegará solito.
¿Han tenido últimamente uno de esos días?
4 comentarios:
Últimamente...
No quiero detenerme, aunque duelan los pies.
Sí me ha pasado y quiero correr contigo, te invito al Colomos o al Metropolitano...
Aunque no hablaba de correr en el sentido literal...
Me hiciste recordar ese anuncio de LEVIS donde el tipo corre y rompe paredes. Si haces que tu mente logre correr que nadie te pare!
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